Un día, después de almorzar con un amigo comencé a callejear por Ciutat Vella. Estaba siguiendo la estela de las murallas romanas de la ciudad de Barcelona, cuando en la Plaça dels Traginers me fijé en una callecita pequeña, y mirando su nombre me dije no puede ser tan sencillo. El carrer del Correu Vell, le pondrían el nombre porque allí estuviera ubicado Correos?.
Antiguamente se enviaban las cartas de forma privada, pagando a alguien que hiciera el camino. Después se comenzaron a establecer algunas rutas y se comenzaban a fijar días de salida y de llegada. Una persona se encargaba de tener una posada con habitaciones y cuadras bien acondicionadas para el paso de los mensajeros.
La primera casa de correos que se tiene constancia en Barcelona se sitúa en esta calle, que se paso a llamar carrer l’Estafeta, pero al cambiar de ubicación el servicio, la gente comenzó a llamarla el carrer del Correu Vell.
Los mensajeros antes de comenzar su ruta tenían por costumbre parar en la capilla de la Mare de Déu de la Guia, donde les bendecían para que tuvieran un camino tranquilo.
Caminando unos cinco minutos encontramos el edificio de Correos de Barcelona en la Plaça Antonio López, donde algunos todavía recuerdan que allí en esa misma plaza hubo una estación de metro, la de Correos, que fue anulada cuando se creó la actual L4. La estación fantasma se encontraría entre las paradas de Jaume I y la Barceloneta.
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